martes, 8 de enero de 2008

La sombra del cazador

"Sólo las partes más demenciales de esta historia son ciertas". Con esta advertencia arranca La sombra del cazador, la última película de Richard Shepard que desde luego no es la mejor historia de periodistas jamás filmada pero que me pareció, al menos, entretenida. Es ingeniosa, es divertida, es algo sensiblona cuando no debe, ácida sin pasarse (sobre todo teniendo en cuenta que se ambienta en la Bosnia de postguerra, que no es precisamente un escenario para morirse de risa). Pero lo mejor es que rescata del olvido un artículo de la revista Esquire en el que se relata el truculento viaje de unos periodistas que se ponen a buscar por su cuenta a Radovan Karadzic, el carnicero serbio que sigue como Bin Laden, en paradero desconocido, en su particular montaña de Tora Bora. El reportaje juega con una idea: si las fuerzas de la ONU, las de la OTAN, los observadores internacionales y la población serbia saben dónde encontrar al zorro y a acólitos suyos como Ratko Mladic, ¿por qué nadie los detiene? ¿Por qué son anecdóticas las detenciones de criminales de guerra de la Antigua Yugoslavia? De ahí que una expedición de reporteros (el veterano alcohólico hundido por las guerras que trata de venderle piezas a Jamaica y Perú para poder comer, el cámara que sube a realizador de postín y el novato respondón, hijo del vicepresidente de la cadena) se decidan a buscar al zorro, primero para entrevistarlo, después para cobrar la recompensa.
Shepard lo cuenta de forma tragicómica, con ramalazos estrambóticos pero totalmente imaginables en este oficio. No me creo, nunca lo he hecho, a Richard Gere, que pone la misma cara de pena imposible de Brad Pitt. Es igual si sonríe o si llora. Sin embargo, Terrence Howard (grande en Crash) lo borda. Tiene la sonrisa canalla de Carmelo Gómez en Territorio Comanche, la del cámara que consigue la imagen deseada, de quien se siente vivo entre los muertos. Un Márquez a la americana, eso sí. Me lo creo cuando compadrea con la tribu en el Holiday Inn de Sarajevo, cuando tiembla ante los serbios y cuando habla con su ligue. Tiene los mejores ramalazos de sorna, los mejores toques de humor.
Aunque la película rescate una buena historia de periodismo, no es especialmente certera a la hora de definir el oficio, pero tampoco lo pretende, así que no seremos puristas. Tiene un par de frases de pundonor y orgullo profesional, unas tópicas y otras bien logradas. Al menos no quedamos como unos cupasangres locos, ni como desalmados. Os añado el trailer por si os animáis. Lo mejor, el artículo de Esquire.
http://movies.yahoo.com/movie/1809761931/video/3191028/

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