miércoles, 12 de septiembre de 2018


Vuelvo a este blog, mal asunto. En los últimos años, sólo es por causas terribles. Esta lo es, sin duda: el ¿señor? Morera y Vallejo va a proceder a la voladura del que siempre será mi periódico, El Correo de Andalucía. Casi 120 años de historia, de esfuerzo y de letras "encaminadas a la defensa de la verdad y la justicia", a la basura por el vil interés.
No es mucho lo que puedo escribir a estas horas, en las que aún no asimilo la noticia. Me sigue pareciendo imposible. Tiene que serlo. Es como si una bola de demolición amenazase la catedral, por lo menos. Sin El Correo, Sevilla se corta una mano que la ha contado como es: bonita, fea, mariana, atea, rica y pobre, arisca y acogedora, humana y sin piedad. Con cariño, con entrega, con justicia. Valiente cuando apretaba la mordaza, orgullosa en tiempos de autonomía.
Me resisto a pensar que esa escuela de periodismo, la mejor, va a perderse para siempre. Que no habrá una redacción-refugio que pisar. Que sus informadores -maestros, amigos, familia- no van a dejarse la vida en las teclas mañana mismo.
Sencillamente NO. No puede ser. Y para que no sea, hay que pelear. De eso sabe de sobra la plantilla que ha encajado seis ERES. La batalla empieza por sus jornadas de huelga, cinco, esas que a nadie duelen más que a un periodista al que le queman las noticias en la libreta y no puede darlas, para que el mundo sepa. Y sigue el viernes, 14 de septiembre, a mediodía, en la Plaza Nueva, con una manifestación en la que, espero, mi ciudad demuestre que le importan las cosas de todos. De todos es El Correo, de todos ha de ser su defensa.
Larga vida al decano.