"Adiós, muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada..."
Adiós muchachos, Carlos Gardel.-
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No he tenido fuerzas, ni ganas, ni ingenio para pasarme antes por aquí a dar cuenta de lo sucedido en mi casa, en mi periódico, en los últimos, intensísimos e inolvidables (para bien y para mal) días. Lo ha resumido maravillosamente bien, como siempre, el gran Miguelito, pero bueno, diremos algo más. En dos días acabará mi relación con el medio que durante siete años me ha permitido contarle a la gente lo que le pasaba a la gente, sus historias, sus problemas y, también, inevitablemente, las que imponen quienes mandan y deciden. Se acaba (segunda despedida) una etapa esencial de mi vida, de aprendizaje, cariño y esfuerzo. Ahora no me salen las palabras, pardiez... Todo empezó en un bar. Zumo de tomate para los jefes; café solo, que supo a gloria, para mí. Todo acaba en un aplauso a las puertas de una redacción; mismo menú para todos: lágrimas amarguísimas que saben a desencanto, rabia y angustia. Yo, afortunada, me largo a cazar un sueño. Otros, a verlas venir con dignidad. Y alguna, ay, alguna, a digerir la afrenta y la injusticia con la cabeza alta. Los que se quedan han de lidiar con la actualidad diaria, el tijeretazo en la nómina (criminal), el regusto a hiel del desencuentro, las telarañas entre los dedos que generan el cansancio, la incomprensión y la decepción. Qué duro es ver a una familia echada a pelear, que mazazo que el padre te señale la puerta.
Desde mi privilegiada posición, al borde del abismo pero con el faro bien claro al frente, sólo puedo (porque física y mentalmente os juro que es lo único que puedo hacer) reafirmar mi fe en mis muchachos, mis compañeros, mis hermanos. Sé que vuestra grandeza os (nos) salvará. Porque, sépanlo, dejo un tesoro. No sé qué carajo voy a hacer sin vosotros. Os quiero, os añoro tanto ya... Gracias de corazón por estos años tan maravillosamente intensos, los mejores.
P.D.: Nunca he sido una pesimista agorera, así que quiero pensar en un futuro luminoso, limpio, en el que brille la transparencia, la franqueza, la lealtad y la educación que nos han faltado estas semanas. Por eso, y pensando en eso, en el futuro, os dejo a una cantante de la que será mi nueva tierra; ahí va, diciendo hola, diciendo paz, diciendo esperanza.
P.D. 2: Gracias a la generosidad de esos compañeros que se han cercenado el sueldo hasta límites irrisorios para que los 13 nos vayamos con la dignidad básica. Gracias de veras por ese esfuerzo.