El lehendakari, Patxi López, conversa con María Victoria Campos, viuda del guardia civil Juan Manuel Piñuel, asesinado por ETA hace un año en Legutiano (Álava). EFE/Adrián Ruiz de Hierro
De nuevo caigo, y ahora ya no me importan las críticas. Lo que ha hecho hoy Patxi López, ese lehendakari que a tantos pesa, es algo insólito en la vida democrática del País Vasco. Hasta ahora, los presidentes siempre han estado presentes en los sepelios y entierros de los muertos por ETA o, mejor dicho, lo han estado cuando el atentado y el funeral se producían en suelo vasco. No he visto yo a lehendakaris detrás de un féretro en Málaga, por ejemplo, de donde procedía Juan Manuel Piñuel, el guardia civil asesinado en Legutiano (Álava), y a quien hoy ha homenajeado López. Lo ha hecho en un acto con motivo del aniversario de su muerte, una ceremonia que no convocaba un partido político, una institución, una fuente interesada. No. Sólo la familia que lo ha llorado... y allí estaba el lehendakari de todos los vascos, cosa insólita, inaudita. Nadie arropaba a un pobre guardia de nadie. Al fin hay víctimas sin ideología que también reciben el calor del poder. Ha tenido que ser con el denostado Patxi. Ya era hora.
6 comentarios:
Como gesto no está nada mal, desde luego. Que siga, no sólo con gestos de cara a la galería
Ole.*
Supongo que la oportunidad de dignificar a una pesona no para con la muerte de la misma. Y no porque sólo la presencia de esta persona lo habría hecho, pero en definitiva la familia debió sentirlo.
Así se hace. No sabéis lo aplaudido que ha sido este gesto en el círculo militar. Como bien dices, es insólito. Lo que espero es que no sea un hecho aislado. Aunque lo bueno, obviamente, es que no hubiera que hacer nada más, porque no hubiera más muertos.
Ojalá se mantengan las ganas de ser justos con todos. La que me maravilla es la viuda de Piñuel. Gran señora
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