
Lo descubrí al regresar de mi
tour madrileño. Risueño, entusiasta, emocionado. Ahí estaba Sebastián Ruiz. Seba. Mirarlo y quererlo fue algo automático. Me vi reflejada en él, me vi a los veintipocos, queriendo largarme
a la fin del mundo, entregado a sueños en los que los atlas se mezclaban con los reporteros de guerra, las buenas historias, la aventura. El trabajo, la rutina, los exámenes; todo se confabuló para no dejarnos tener ese café o esa comida prometida, en la que debíamos hablar de proyectos, ansias, vocación. Se nos fue del periódico, pero al menos antes me dio tiempo a pasarle unos cuantos libros de cabecera, creo, para querer a los de la tribu (
Los ojos de la guerra,
El héroe inexistente,
Los cínicos no sirven para este oficio,
La tribu, y algunos más). Hoy Seba está en Alemania de
erasmus -una parada técnica antes de irse a Nepal-, y me entero de que también ha abierto
chiringuito. Os lo dejo, aunque esté empezando. Seguidlo, porque este muchacho llegará lejos, muy lejos. Ya lo veréis.
1 comentario:
Fue una pena marcharme sin haberlo conocido. Lo seguiremos desde aquí!!
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