martes, 22 de diciembre de 2015

Pepón

Durante muchos meses no pude llamarte "Pepón". Eras don José Luis Jurado, el mito de RNE, la voz. ¿Cómo iba a tomarme esas confianzas? Y luego, un día, haciendo una guardia esperando a ver si se fusionaban El Monte y San Fernando, sentados en un bordillo en Villasís, me arreglaste el marantz viejuno y yo pude entrar en mi Hora 20. Y me salvaste. Y me salió: "¡Gracias, Pepón!". "Mira que te ha costado", dijiste riendo. Luego me felicitaste por la crónica. Tú. Creo que nunca te expliqué lo que eso supuso para mí. 
Desde aquellos 20 años, ya no nos dejamos. No eras el colega con el que me iba de cafés y de cine, no, pero sí mi libro gordo de Petete municipal, mi oráculo, mi mapa por Sevilla. Cuanto menos nos vimos, más nos acercamos. La culpa fue de Jerusalén y de tus cuidados paternales, de tu atención en la distancia, las crónicas de viaje compartidas, los recuerdos de tus rutas cruzados con los míos. Las canciones. Y, así, ahora tengo un tesoro de mensajes de Facebook que dan muestra de lo que hemos pedido hoy con tu adiós: un hombre tierno, íntegro, curioso, apasionado y humanísimo. Releo todo lo que nos dijimos -ay, Leguineche, el Islam, el jazz...- y constato tu bondad y tu saber. Y, por tanto, el enorme agujero que nos dejas. 
No me sale lo que quiero decir. Quizá baste un gracias, pero multiplicado mil millones de veces, a ver si me aproximo al menos a lo que te debemos. 
Mejor que hable este temazo que me descubriste, "todo un alegato a la vida y a sus desafíos". Hasta pronto, amigo.

No hay comentarios: