La aventura de informar

A Kacho Cano, mi hermano revertiano, le leo una historia de esas de cabreo inmediato. Lo que se ve en la foto de arriba (obra de Manuel Endo) es cómo dos agentes de la Policía Nacional la emprenden a golpe limpio con él, con el informador, mientras filmaba para Reuters una protesta ante la Embajada de Israel en Madrid con motivo de los ataques a Gaza. Lo que cuenta es que la tensión creció, con desvanecimientos incluídos, y la policía actuó contra manifestantes y periodistas. A Kacho le rompieron su cámara, la herramienta con la que se gana el pan. Ahora sólo queda esperar a que la denuncia que ha interpuesto prospere. Sé que es un caso aislado, que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad no son un brazo ejecutor de mandobles a diestro y siniestro, pero sí me preocupa que, cada vez más, se malinterprete el papel de los informadores cuando salta la mecha. Parece que somos parte del problema, parte de los que protestan-se manifiestan-hacen botellona-exigen un empleo... Somos mensajeros, independientemente de la implicación personal en cada tema, pero parece que no, que nos toman por aquellos a los que nos acercamos para contar historias y que, evidentemente, tampoco creo que se merezcan ni un rasguño (y si lo merecen, que sea porque se pasen de la raya, que no fue el caso). A ver si no se repite. A ver si impera el sentido común. Teniendo en cuenta que el compañero se identificó, igual nos va a tocar a partir de ahora ponernos con cinta americana un PRESS enorme en la frente y la espalda. Por si acaso. Como en las guerras. Por si no se ve lo que somos y hacemos. Ánimo colega, y suerte con el recurso.