La manifestación de anoche en Belgrado en apoyo del carnicero Karadzic acabó con un ataque a los reporteros de TVE. Bien sé que hay torturas, secuestros y censuras tremendas en el periodismo de este perro mundo como para reseñar un golpe en la cabeza con una barra de hierro y un visor de cámara roto, que fue el saldo de la agresión contra el cámara Óscar Martínez. Pero, qué queréis, por cercanía, porque son los nuestros, este caso me preocupa y me pide un post. Por eso y porque el plumilla del trío es Luis Pérez, enorme redactor de la pública, compañero del curso de corresponsales del Ejército de Tierra y amigo cuando ha hecho falta. El buen trabajo que está haciendo su equipo en Serbia no merecía tiritas, sino aplausos. Menos mal que el daño no les ha impedido seguir contándonos lo que pasa.
7 comentarios:
Espero que los compañeros estén bien. Conocer a Luis es quererlo, y a su compañero, más de lo mismo. Es verdad lo que dices, Carmencita, son menudeces en comparación con otras cosas del oficio, pero es bueno que lo señales aquí. Ánimo...
Hola, espero que no te importe que entre sin llamar, pero tu blog me ha ganado por el nombre, por el encabezamiento… y por algunas cosas que he estado leyendo.
Y sobre el post, cuando el dedo señala a la luna, la idiota mira el dedo, y el atentado a la libertad de prensa es terrible, pero el simple hecho de que se celebre esa manifestación de apoyo a semejante tipo…
Kisses
Gracias y bienvenida... Ya he pasado por tu casa, y me gusta lo que leo. Pienso repetir, compañera
Es cierto, el fondo por encima de los incidentes, la indecencia de una manifestación así. ¿Habéis visto cuánta gente joven? Miedo, miedo, miedo
Donde está el cuerpo está el peligro. A un compi cámara le tiraron la moto a un contenedor en una zona marginal de Cartagena, unos rumanos enloquecidos. A él le dieron una paliza. 3 semanas de baja. Ya ves
Hay algo que no me gusta. Es el hecho de que el informador se convierta en noticia. Por experiencia propia y ajena, sé lo mucho que se regodean las TVs en contar las agresiones a sus reporteros, cuando en ocasiones les presionan para llegar más allá de lo que la razón aconseja. A ningún buen reportero hay que empujarle a eso. Sale de él. Pero hay un punto en que sabes que dejarás de hacer tu trabajo y sólo hablarás de por qué no has podido hacerlo. El día de la semifinal entre España y Rusia, Diana Guillén, ayudante de TVE, pudo quedarse en el sitio tras recibir un botellazo en la cabeza. Se habían metido en territorio comanche sin ninguna precaución y lo que es peor, donde estaban, no tenían nada que grabar. Demasiado arrojo por parte de la redactora que quiso colgarse una medalla, y casi acaba colgando una etiqueta en el dedo gordo del pie de su compañera. El día de la final cubrí la batalla campal entre la policía y los ultras, metido en medio de una patrulla antidisturbios. Llevaba casco. Además de un corte por cristales en un codo y una quemadura en la pierna por bengala, noté varios golpes en la superficie del casco. Quiero decir que la presencia de ultras es siempre una amenaza para los medios y allá no hay mayor seguridad que la que uno se procura. A Óscar le atacaron por la espalda con una barra de hierro. Le perdonaron la vida porque pudo ser su último plano. A veces pasan estas cosas y descubres que no llevaba ayudante, que estaba más solo que la luna o que avisó de que si se metía no salía. Y no olvidemos que lo principal en este curro, es vivir para contarla, como decía el maestro.
Hermano, maestro, siempre siempre siempre da usted en el clavo. Gracias por compartir tus historias con nosotros. Ojalá nunca tengamos que convertirnos en noticia, ojalá sólo sirvamos para contarlas. Se le echa de menos...
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