El primer lunes de abril de 1625, en la aldea de Meung, comenzaba la historia de amistad más intensa que han visto los siglos: la de Athos, Porthos, Aramis y D' Artagnan. Con el mismo espíritu que alentó a los cuatro magníficos abre hoy esta humilde posada al borde del camino. Para que los míos (y los invitados) se acerquen a compartir la vida. Que Dios o el Diablo os guarde...
jueves, 24 de julio de 2008
Etarra y realizadora
Un buen día, Maialen se fue a Legutiano, puso un coche bomba y mató a un guardia civil con mujer e hijo. Después, con su querido novio Arkaitz, regresó a Bilbao y se fue a trabajar, a ese edificio nuevo tan moderno que tiene la ETB. Su turno era el de tarde. Con las mismas manos que manipularon el explosivo, la nena subió y bajó regletas, toqueteó ecualizadores, giró controles y realizó la noticia, la que contaba lo que ella misma había hecho horas antes. Yo lo hago, yo lo cuento. Dos en uno. Y tan tranquila. Ahora, la pobre, justo cuando le habían hecho un contrato tras dos años en prácticas, va y se queda con dos palmos de narices. Jo, qué mala es la Guardia Civil que va y la detiene. Qué perverso el juez Garzón. Qué desfachatez.
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5 comentarios:
Los hijos de puta no tienen vergüenza, ya lo sabes.
Hombre, seguro que la muchacha lo hacía todo por amor... ¿Pero habéis visto los ojos de gata que me saca en las fotos? ¿Cómo mira a la Guardia Civil? Si pudiera los mataba a todos lentamente, lo que no entiendo es cómo era tan sólo una liberada y no tenía ya más muertos a sus espaldas. Con esos ojos... Como los que buscaba Muñoz Molina, ¿tú te acuerdas?
Cuántas conversaciones habrá pillado al vuelo esta tía, a cuántos compañeros habrá podido fichar, cuánto odio se habrá tragado. Escalofríos me dan
Y yo me pregunto cuál es la opresión a la que ha sido sometida para decidir que la única salida posible es el asesinato.
Kacho, hijo, ¿no sabes que les hacemos un daño horroroso? Somos más malos... Mira al pobre cabecilla del comando-complejo, al bajar esta tarde del helicóptero para visitar el zulo, en el que guardaban 125 kilos de explosivo (una nimiedad). Iba arrastrándose, qué lástima, seguro que lo habían torturado... Con los pantalones que se le caían, no por joven a la moda, sino por el maltrato recibido, claro está. A su lado el maléfico juez Baltasar Garzón, con las manos llenas de sangre, fijo, fijo... Somos unos ratas todos los demócratas.
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